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Qué hacer con la culpa por convertirnos en madres

¿Qué hacer con la culpa por convertirnos en madres?

 

Uno de los temas que, no le demos vueltas, hemos sentido pero no es “correcto” socialmente externar.

 
Siempre digo que al parir, no solamente nace nuestro bebé, también nacemos como madres y sin quererlo, sin saberlo y sin notarlo, nace la culpa por convertirnos en madres. Esa indeseable pero persistente sanguijuela que se nos pega y que llega en todo momento.
 
¿Estaré haciendo lo correcto?, ¿lo estaré haciendo bien?, “no debí hacer esto, “no debí hacer lo otro”, “es que no come suficiente”, “es que come demasiado”, “y qué tal si”…
 
La cosa es que siempre estamos preguntándonos si lo que hacemos por nuestros hijos está bien o debiéramos esforzarnos más. Esto puede ser una buena oportunidad para reevaluar y analizar dónde estamos y a dónde queremos llegar con la crianza de nuestros hijos, pero si nos lo preguntamos desde nuestros altos niveles de exigencia, expectativas irreales y comparaciones, entonces es cuando nos empieza a dañar.
 
Convertirnos en mamás
 

Es normal sentir culpa culpa por convertirnos en madres.

 
Quiero que sepas que no estás sola en esto. Todas hemos sentido culpa en algún momento de nuestro camino maternal, de hecho, es bueno gritar a los 4 vientos que nos hemos sentido “malas madres” por hacer esto o aquello, y ésta es una forma de descargarnos y disminuir el sentimiento de culpabilidad para trabajar en nosotras mismas.
 
Personalmente, es algo en lo que trabajo DIARIO. Sí, lo hago diariamente porque no es algo que cambie de la noche a la mañana. Todos los días me ejercito mentalmente cuando siento que estoy sobre exigiéndome, porque sé que en cualquier momento, la culpa aparece, y lo que pasa cuando se queda mucho tiempo, es que no veo con claridad, me “bajoneo” y no logro enfocarme en lo verdaderamente importante de mi crianza.
 
Convertirnos en mamás
 

Revisa expectativas

 
A veces, la culpa por convertirnos en madres, nos llega por no estar haciendo lo que “se supone” que “debemos” hacer. Alguien llega y nos dice que así no se deben hacer las cosas, o vemos en internet a gente que dice cómo sí y cómo no y las terribles consecuencias. Eso nos hace reaccionar desde el miedo, no desde la consciencia.
 
Entonces lo que sucede es que nos agotamos por querer cumplir al pie de la letra las expectativas que nos han instalado en la mente. Sin embargo la exigencia que nosotras mismas hemos diseñado. Llega el punto en que esas altas expectativas no son sostenibles en el tiempo y nos frustramos, nos culpamos y nos sentimos las peores madres.
 
Es importante revisar si nos estamos exigiendo de más. Analizar nuestro alrededor, nuestra rutina y nuestro estilo de vida, nos dará enfoque para saber qué cosas sí podemos cumplir y qué otras cosas no.
 

Un ejemplo rápido personal…

 
Por ejemplo, a mí me pasa mucho que me entra la culpa cuando mi niña no come como “debería”. Ese “debería” está medido por mis expectativas, “yo quiero que coma todo el plato”, está medido por la comparación, “la hija de tal mamá se come todas sus verduras”, entonces llego a frustrarme porque no se cumple lo que yo misma estoy creando en mi mente. Así lo único que logro es desconectarme de las necesidades reales de mi pequeña y todos la pasamos mal.
 
Lo que hago es observar la cantidad de comida que ella acepta, el tipo de comida o textura que más le gusta y preguntar siempre si está satisfecha. Hay ocasiones en que sólo le gusta tomar leche, son rachas que pasa, y acepta muy poca comida, pero ese muy poco es suficiente para ella. Trato de animarla a comer pero no la obligo.
 
Convertirnos en mamás
 
¿Entiendes mi punto? No me desobligo en darle de comer saludablemente, pero tampoco lo hago desde el miedo, aprendí a no hacerlo así porque me frustro más y me imposibilita para accionar de manera adecuada.
 
 

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Recuerda que ¡SER MAMÁ ES LA ONDA!
 

Yery Saucedo.

 
Soy Yery Saucedo y soy madre de dos solecitos. Ellos Iluminan mi vida y le dan sentido a lo que verdaderamente importa. Me gusta escribir sobre cómo disfruto, siento, vivo y enfrento mi maternidad día con día.
 
Estoy convencida de que poner compromiso, amor y respeto en la educación y crianza de nuestros hijos, formará adultos emocionalmente sanos, con sentido de responsabilidad, tolerantes y empáticos, que construirán una sociedad productiva, paciente, compasiva y respetuosa.
 
 
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