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Cómo manejar tu enojo cuando eres mamá #Colaboración

Una realidad es que los seres humanos tenemos diversos tipos de emociones, alegría, tristeza, ira, miedo…. pero como mamá muchas veces ocultamos por todos los medios el expresar nuestro enojo. Una mamá enojada es mal vista socialmente, ya que para los estándares una mamá debe ser un ángel de paz, infinita paciencia y palabras amables.

 

Sin embargo la realidad es que somos humanas y ser mamá nos da infinidad de ocasiones para sentirnos cansadas, frustradas y enojadas por innumerables razones.

 

 

 

Introducción

 

Las mamás nos enojamos por diversas causas, es una realidad y es algo que no podemos evitar. En ocasiones nos sentimos presionadas por la imagen que se muestra de “mamás súper plus ultra” que no se molestan, no se equivocan, siempre están sonrientes y sin un cabello fuera de su lugar en nuestras redes sociales digitales. La realidad es muy diferente, podemos enojarnos por mil situaciones, con nuestra pareja y también con nuestros amados hijos, seamos francas, nuestros hijos llegarán a estar enojados con nosotras muchísimas veces durante nuestra vida, así que mejor tomarlo contraquilidad.

 

El enojo es una emoción humana, no es ni bueno ni malo, simplemente es, y debemos dejar de etiquetarnos como “buenos” o “malos “ por enojarnos, pero hay que aprender a manejar el enojo y a expresarlo de una forma que no lastime, ni nos meta en más problemas del problema en sí mismo.

 

Podemos llegar a enojarnos si tratamos de dormir y no duerme nuestro bebé, cuando no tenemos ningún apoyo o ayuda cerca, o nuestro hijo derrama por enésima vez la leche y se hace tarde para ir al cole, escuchar “mamá” por enésima vez y traemos mil cosas en la cabeza, cuando salen volando los hot cakes que hicimos para desayunar.

 

¿Concidencia? No lo creo.

 

La crianza es una labor intensiva, criar niños y no enojarse es una expectativa poco realista. Ahora te daré algunas pautas para que puedas manejar tu enojo de la mejor forma.

 

 

Identifica tus disparadores

 

Todas tenemos disparadores, esos detalles que hacen que nos comience a salir humo de las orejas, cuando se acumulan estallamos y puede ser en el momento más inapropiado, por eso es mejor evitarlos.

 

Nuestros disparadores pueden ser diversas situaciones como estar cansadas, no tener ayuda, estar muy pendiente de la opinión ajena, ¿te suenan?. También a veces se presentan situaciones que podemos evitar para facilitarnos la vida, por ejemplo; si siempre nuestros hijos hacen berrinche en el supermercado, ¿podemos considerar hacer el super online? ó ¿dejar a nuestras hijas o hijos con alguien un par de horas?, quizá ¿podría nuestra pareja, lista en mano, hacer las compras por nosotras?. ¿Qué tal evitar frecuentar a esa persona que siempre opina lo malcriado que tenemos a nuestro hijo? ¿para qué escuchar cosas que nos irriten si no es estrictamente necesario? Si no hay más remedio, aplicar la sordera selectiva, sonreír y hacer como que no nos dimos cuenta.

 

Vale la pena evitar algún lugar, modificar rutinas, no ir a algún extraescolar que nos resulte irritante y además NO traerá beneficios; debemos cuidar nuestra salud mental y tranquilidad, ésto más valioso que la complacencia de los demás.

 

No te compliques con nimiedades

 

Cuando eres mamá primeriza te preocupan tantas cosas: ser la mejor y tener el mejor bebé, el mejor hijo y ser la mejor mamá. Nos angustiamos si no camina “a tiempo” o si no deja el pañal, o hasta si no se sabe el alfabeto aún. El estrés puede ser tanto que comenzamos a irritarnos por cosas poco importantes.

 

Todos los niños tienen algo que se les dificulta, son despistados, no se aprenden al tabla del 4. Recuerda: no son máquinas, son personitas con sus propios ritmos. A veces es más fácil cambiar el pañal del niño que “todavía no avisa”, y darle su tiempo. Quitar las zanahorias del niño que no las quiere, atar una y mil veces las agujetas de quien no aprende a atarlas todavía, cargar el peluche que no quieren soltar para que la vida siga en paz.

 

Tiempo al tiempo.

 

Por supuesto que hay ocasiones en las que hay que poner un límite físico por seguridad, tomar la mano al niño que no quiere dar la mano en la calle, poner en la silla del auto al niño que no quiere ser atado, retirar de la repisa de la suegra al niño que está tomando los adornos de cristal; la niña o niño se van a enojar, llorarán y nos tocará consolarlos, distraerlos o aguantar un buen rato de lloriqueos, esto va a pasar, como todo; no nos compliquemos con detalles.

 

Antes de perder los estribos pregúntate si esto es algo que podrías simplemente ignorar, muchas veces al dejar de recibir atención negativa las actitudes mejoran; elige tus batallas.

 

Los límites son útiles

 

Los niños necesitan tener límites claros, saber qué si y qué no, esto le da un marco para saber hasta donde pueden llegar. En general cuando son pequeños deben ser pocas reglas y muy claras, recuerda el punto anterior, hay cosas que vistas con distancia realmente no ameritan pelear por ellas o simplemente puedes dejarlas pasar. Esto nos ayuda a tener pocas cosas por las cuales discutir y les da a los niños un marco donde saben que pueden moverse libremente.

 

Tener reglas y prohibiciones para cada aspecto de la vida puede confundirlos.

 

Ten perspectiva

 

Como madres nos preocupa tanto que nuestros hijos “triunfen en la vida” a cada minuto, que nos presionamos y nos creamos expectativas irreales, esperamos que todo lo hagan sin falla, o pensamos que cualquier pequeño error es ya un fracaso total en la vida.

 

A veces tenemos que distanciarnos un poco, ser objetivas con nuestras expectativas que pueden llegar a ser irreales. Asumir que el comportamiento habitual de de los niños normalmente es ruidoso, que rompen cosas, se les caen cosas de las manos y les toma tiempo aprender a seguir instrucciones, Está bien, y es normal, los adultos también nos equivocamos y tenemos días malos.

 

Apaga el piloto automático

 

Te propongo un ejercicio; tú y tu pareja hagan mentalmente un recuento de las reacciones de sus propios padres ante comportamientos inadecuados: ¿Eran desmesuradas?, ¿reaccionaban gritando o pegando? . Es muy probable que como padres nosotros lo hagamos de la misma forma a como nos trataron ante comportamientos similares, tomemos nota para apagar el piloto automático a tiempo .

 

Pide ayuda

 

Acepta y pide toda la ayuda que puedas, nos educan para pensar, que como “mujeres fuertes”, no debemos pedir ayuda, esto es un grave error, la crianza es un trabajo 24/7 y exige mucha energía, si lo intentamos solas es lógico que terminemos agotadas. Pide y acepta la ayuda de tu pareja; la casa y los niños no son tu responsabilidad exclusiva.

Aunque hayan decidido que tú permanezcas en casa, acepta el apoyo, aunque tu pareja no haga las cosas exactamente como las deseas, es un aprendizaje para ambos. Apóyate en comunidades online y/o familiares que se ofrezcan a ayudarte, no trates de hacer todo sola.

 

Date tiempo para tí

 

Te mereces pequeñas pausas para respirar, aunque pienses que “deberías” estar haciendo limpieza o lavando ropa. Esa media hora que “pierdes” mirando una serie mientras tu bebé duerme la siesta te recarga de energía para responder a las exigencias de la maternidad.

 

En conclusión

 

Como madre estás haciendo tu mejor esfuerzo, no eres la madre perfecta y nunca lo serás. Mañana será otro día. Si perdiste la paciencia, discúlpate con tus hijos. Con eso estás dándoles una excelente enseñanza, les enseñas que mamá es humana, que como todos se enfada, que hay límites, y que si nos hemos sobrepasado nos debemos disculpar.

 

El enojo es una emoción humana, no es una etiqueta, y al manejar nuestro enojo les estamos dando a nuestros hijos el aprendizaje de formas constructivas de responder a la frustración, ello es una gran enseñanza para su futuro carácter.

 

¡Nos leemos en la siguiente!

 

Lety Jimenez / Criando Creando

 

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Codirectora de Kabil , junto con Martha Rebolledo y Roxy González, donde apoyamos a familias en aspectos de educación de sus hijas e hijos.

 

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