Mi hija o hijo pequeño NO quiere comer
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Mi hija o hijo pequeño no quiere comer
Ante la aparente disminución del apetito, sobreviene la preocupación de mamá: “Mi hijo, hija o niño pequeño NO quiere comer”.
Para los niños pequeños, explorar el mundo, hacer cosas por sí mismos y aprender es un tema primordial, por lo que, a veces comer para ellos no es una prioridad: Imagina, un mundo nuevo lleno de estímulos por descubrir y conocer “¿Comer? ¿A quién le importa comer?”.
Antes de avanzar, vale la pena mencionar que estas situaciones siempre deben ser comunicadas a su pediatra y darle seguimiento junto con él. Recuerda, cada bebé es diferente y nadie mejor que el especialista para determinar si llegara a existir alguna anormalidad.
Sin embargo
El ser quisquilloso con los alimentos durante la primera infancia es parte de la trayectoria del desarrollo en los niños y niñas pequeños (as). Para muchos niños y niñas es bastante típico, sin embargo, probablemente no te parezca normal y la preocupación del porqué tu hijo o hija no quiere comer surja continuamente.
Cualquier mamá de un niño pequeño te dirá que hubo días en que su bebé comía cualquier cosa, algo así como una “luna de miel de la alimentación”, y que de repente se “acabó”, generalmente sin previo aviso.
Y así un buen día, el niño o niña pequeño (a) se niega a comer los alimentos que alguna vez le encantaron o quiere la misma comida todos los días, ni siquiera intentará probar algo nuevo.
Los cambios en la comida de los pequeños pueden ser dramáticos y repentinos… ¡y muy frustrantes para los padres! Pero existen buenas razones para ello.
Mi hija o hijo pequeño NO quiere comer: Hay razones:
1. El crecimiento y el apetito están estrechamente entrelazados.
El crecimiento de los niños pequeños se ralentiza -alenta- durante la primera infancia. En comparación con el crecimiento vertiginoso del primer año de vida cuando el tamaño del cuerpo aumenta de dos a tres veces su tamaño desde el nacimiento.
A medida que el crecimiento se ralentiza, es hasta cierto punto normal que lo que le siga sea el apetito, volviéndose menos voraz de lo que era antes.
Debemos hacer énfasis, porque este es un concepto importante: el crecimiento y el apetito están estrechamente entrelazados. Cuando el crecimiento se ralentiza, el apetito se ralentiza. Cuando el crecimiento se acelera, el apetito también aumenta. El crecimiento y el apetito están estrechamente entrelazados.
2. Los niños y niñas pequeños son criaturas curiosas.
Mientras que el crecimiento y el apetito disminuyen, los niños pequeños sienten más curiosidad por el mundo que los rodea. Quieren separarse de mamá y tener mayor independencia para poder explorar por su cuenta. Es por eso que no quieren que los alimentes más.
Quieren hacerlo ellos mismos.
Los niños pequeños también están descubriendo cómo tener cierto control sobre su entorno (¡y sobre ti!).
Están descubriendo cómo controlarse a sí mismos.
¿Alguna vez has notado cómo tienes que ayudar a un niño a calmarse en una rabieta? En parte, se debe a que todavía no pueden controlarse a sí mismos. Como mamá, puedes esperar que tu pequeño siga comiendo bien a medida que va creciendo.
Durante la primera infancia.
Es posible que te sorprendas al ver lo diferente que come tu peque en comparación con cuando era un bebé. La verdad es que la mayoría de los niños pequeños experimentan una disminución en su alimentación, o al menos algunos cambios en sus preferencias alimentarias. Para asegurarte que tu hija o hijo en crecimiento continúe aceptando felizmente nuevos alimentos, nuevas texturas y todas las posibles experiencias con los alimentos, tendrás que prestar atención a muchas cosas y factores.
3. La alimentación forzada puede provocar que el niño pequeño se niegue a comer
Si tu peque deja de comer, lo más probable es que te surja “la creatividad” para lograr que coma.
Incluso podrías preguntarte CÓMO puedes hacer y a veces forzar que tu peque coma. Ya sea que que le ofrezcas lo que le gusta comer o le prepares una comida de “rescate”, lo cual es perfectamente normal pero a veces vale la pena mejor llevárselo con calma.
Cuando tomas medidas, como presionar a tu peque para que tome otro bocado de comida, insistirle a que coma más o incluso obligarlo a que tome bocados de comida alimentándolo con una cuchara. ¿Qué logras? La respuesta: La hora de las comidas se alarga cada vez más y los pequeños se vuelven menos cooperativos.
Verás entonces cómo se le escapa la alegría de comer.
Cuando no confías en tu peque y usas tácticas para asegurarte que coma, como presionarlo por ejemplo, la dinámica de alimentación y la interacción entre padres e hijos puede desviarse, lo que hace que tu niña o niño NO disfrute de comer y, en última instancia, coma menos. Lo anterior se traducirá en unos padres muy frustrados y preocupados.
 
Como lo mencionamos al inicio, dale su tiempo y aprende de ella o él, te darás cuenta que poco a poco la situación se normaliza, sin embargo, si tu sexto sentido de madre te dice que algo anda mal, no dudes por un segundo en acudir a su pediatra para que juntos resuelvan cualquier duda que tengas y en caso de necesitar tomar otras medidas lo hagan oportunamente.
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